viernes, 20 de marzo de 2009

Sepultan en la parroquia San Francisco de Asís, al Padre Reyes.








Por Juan Antonio González
Tonalá, Chiapas; 20 de Mar/.-La campana de la parroquia San Francisco de Asís sonó poco después de las 12 del día. Sus constantes repiques alarmaron a los habitantes. Fue el jueves por la mañana cuando se dio la noticia, una fatal noticia para los tonaltecos: el Padre Gilberto había muerto, producto de un incidente ocurrido en la iglesia de Cacahoatán, lo que provocó severas lesiones que lo mantenían en crítico estado de salud. Los familiares y feligreses de la diócesis de Tapachula, solicitaron el cuerpo para que fuera trasladado a su tierra natal, donde era apreciado, era estimado: nunca lo olvidarán por su esfuerzo de mantener unida a los católicos de la costa. Los médicos del hospital del IMSS, al momento que ingresó le declararon muerte cerebral; las oraciones y rezos de la feligresía se encadenaron para pedir por la salud del padre Gil, pues tenían la esperanza que un milagro lo salvaría. La lucha constante de los galenos fue imposible y ese día, el día menos pensado murió. Las Iglesias de la costa de Chiapas, cuando conocieron la noticia, celebraron constantemente misas para pedir por el eterno descanso del padre Gilberto, quien se caracterizó por su don de gente y cariño a San Francisco de Asís. Reyes de Aquino, eran los apellidos del sacerdote de 54 años de edad, nacido en la ciudad de Tonalá, Chiapas. Sus restos fueron recibidos la madrugada del viernes donde centenares de católicos se congregaron para darle el último adiós. A las 10 de la mañana el Obispo Felipe Arizmendi Esquivel ofició la primera misa; personas de los municipios de Cacahoatán, Huixtla, Tapachula, Mapastepec, Tuxtla Gutiérrez, Pijijiapan, rancherías y ejidos de Tonalá abarrotaban la iglesia San Francisco de Asís, donde durante varios años fue el párroco. Durante su paso como párroco de Tonalá, fundó el grupo Kirios, donde obtuvo una extraordinaria aceptación; lo mismo le gustó amenizar encuentros matrimoniales como de jóvenes y niños. Los lugares que visitaba se abarrotaban para ver y escuchar al grupo Kirios que él mismo encabezaba: hoy esos feligreses lloran su partida por que dejó un buen legado de enseñanza, de unión, de solidaridad y hermandad. Tonalá, ha perdido un gran hombre, un gran párroco decían los católicos que se congregaron para escuchar la misa oficiada por el Obispo Felipe Arizmendi. Algunos católicos escuchan la homilía, lo hacían sentados otros lo hacían de pie; unos lloraban, otros oraban, pero estaba ahí la gente que apreció y apreciará después de muerto al padre Gilberto. Doce del día de este mismo viernes. El Obispo de la diócesis de Tapachula Leopoldo González González, se presentaba en la iglesia San Francisco de Asís, era inusual, pues el prelado siempre lo hace cuando imparte una misa de bautizo, de primera comunión o para recibir la confirmación. La visita de dos Obispos y más de cien sacerdotes a Tonalá se traducía en un acto inédito; mientras que el sarcófago, un ataúd acaobado era resguardado por los “franciscanos” y gente del pueblo tonalteco. Qué no le importó estar de pie, recibir el sol radiante que quemaba sus espaldas. Lo mismo se veían estudiantes, amas de casas, jornaleros, albañiles y gente pudiente que estuvo en esta misa inédita. Había llegado la hora de sepultar los restos del Sacerdote. Un espacio en la capilla anexa, estaba lista para recibir los restos mortales de Gilberto, pues uno de sus anhelos era descansar en la Iglesia, sí, en esa iglesia donde muchos lo conocieron, lo saludaron: él ha muerto pero su legado siempre estará con nosotros. Gracias Gilberto, gracias por que estuviste con nosotros, te has ido, pero tus enseñanzas y recuerdos siempre estarán con nosotros, decía la gente. Concluyó la ceremonia, los asistentes a la misa hicieron una valla donde vieron pasar el féretro que era cargado por los sacerdotes que estuvieron en la homilía. Mientras que se escuchaban los llantos y sollozos del pueblo, esos lamentos que siempre se escucharán dentro de la iglesia. A la capilla donde fue sepultado solo lograron entrar los sacerdotes acreditados, mientras el pueblo miraba a los lejos y le daba el último adiós. El último a Dios a Reyes. Mientras los restos eran depositados en su gaveta, un par de palomas blancas jugaban en la parte alta de la iglesia, tal como se puede apreciar en la gráfica que fue tomada al instante del programa.

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